La historia de los escurridores es muy extensa. Podríamos remontarnos hasta la era donde se creó el queso, pero esa historia es sin duda una muy extensa y no nos cabe en la introducción, por lo que optaré para informaros de que si cada vez que deseáis escurrir una bolsita de te os introducís en la historia de Odiseo, estáis de suerte porque con el nuevo escurridor de té todos esos problemas han desaparecido.
Seguramente si has llegado a leer hasta aquí es porque además de que te interesa, eres de los que se pasan el día pegado a una taza friki de té, el típico que deja la taza reposando más tiempo de la cuenta y para cuando vas a recogerla sólo le faltan un par de cubitos de hielo y un par de pingüinos lanzándose en picado. Además, si eres igual que yo probablemente sepas lo agradable que es escurrir la bolsita de té y dejarte las huellas dactilares en el proceso, porque eso de ser pacientes no es lo tuyo. Ahora es cuando tiras la mesa indignadísimo clamando al cielo y convencido de que esto a la Reina de Inglaterra no le pasa.
Pues bien, con este artilugio, el «Squeetea«, se acabaron las quemaduras de tercer grado a la hora del té, no tienes más que pasar el hilo de la bolsita por la ranura y colocar el disco sobre la taza. La tapa mantendrá la bolsita de la infusión en suspensión, evitando que se te caiga con el hilo dentro y todo el engorro que supone pescarla luego. Pasados los minutos de reposo (que no se te pase con la empanada mental) simplemente bastará con quitar la tapa y plegarla para escurrir la bolsita.
Y listo, el té de siempre pero por fin sin complicaciones. Y si no te gusta porque eres muy tuyo, siempre puedes pasar de escurrir té y atrapar la bolsita en un submarino amarillo.
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