Una de las cualidades que nos define, entre otras muchas maravillosas y llenas de virtud y satisfacción, es la vergüenza. Tenemos etapas en nuestra vida que nos lleva a tener mucha cara y lo conseguimos equilibrar hasta tener verdaderas dotes de seducción picaresca dignas de un verdadero conquistador. Pero lo que es sagrado de verdad es no manchar de agua el suelo del baño. Si hay algo que me repatea por dentro es tener que recoger el agua que he desperdiciado. Tenemos que ahorrar agua, para eso usad bien la cortina de baño «Prohibido el paso», así le indicáis al H2O que no debe salir fuera.
Evidentemente las intenciones de la cortina son completamente distintas. No es que nos dé igual y busquemos excusas para exhibir nuestros cuerpos serranos y donarlos a la ciencia de la moda y la sensualidad. Lo que pasa es que no nos da vergüenza enseñar nuestros pelos mojados y sexys. Sabemos que son irresistibles y especialmente friki. Por eso, lo que realmente necesitamos no es una cortina original sino una verdadera escultura que muestre al universo la belleza de la madre evolución (gracias Darwin) y las máquinas en las que nos hemos convertido.
La cortina de ducha simula a la señal de tráfico que todos conocemos de «Prohibido el paso». Con ella queremos destacar que no es que no queramos que nadie admire nuestra belleza exterior, sino que no queremos que el agua caiga y se desperdicie ya que es un bien necesario escaso y tenemos que tener cuidado de que no caiga por el agujero equivocado. Si veis a alguien que se dedica a abrir el grifo mientras se lava los dientes o algo así, dadle un escarmiento y, para que no se noten las manchas del delito, limpiaros con el delantal sangriento. Así los investigadores pensarán que la sangre es adorno artificial.
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